Aldo Miyashiro estuvo en Nuevo Chimbote para la Feria del Libro de ese distrito. Minutos antes de que llegara al auditorio donde presentaría su último libro “El club de la muerte”, mientras se encontraba en un conocido hotel, fui al encuentro. Ingresé y 'el chino' me esperaba sentado en un pequeño hall de luces amarillas, llevaba una polera verde limón que, por cierto, era muy electrizante, y una mirada cálida. Al ingresar, su representante me advirtió que solo tenía dos minutos para entrevistarlo —¡¿dos minutos?!—. Entonces, el chino me dijo: “Dale nomás”, y eso hice.
Se llama Aldo Miyashiro Ribeiro, tiene 37 años, cuatro hijos y una enorme sonrisa. Nació en Lima, su bisabuelo en Okinawa, su abuelo en Brasil, su madre en Pucallpa y no distingue a los humanos por razas.
De adolescente quiso ser futbolista, pero con el tiempo descubrió que su pasión es escribir y dedicarse al cine y al teatro. Después de su libro “Un misterio, una pasión”, Aldo escribió “El club de la muerte”, cuyos ejemplares fueron los más vendidos en la categoría ficción en La Feria del Libro de Nuevo Chimbote.
Aldo, quien asegura ser “más gris” y no tan loco como aparenta en la televisión, me regaló más de dos minutos. Compruébenlo.
- ¿Es cierto que quisiste ser futbolista?
- [Risas] Sí, pero nunca fui demasiado bueno. Pateaba la pelota en partidos de fulbito y en uno que otro campeonato. Cuando en el colegio me preguntaban qué quería ser de grande, yo decía futbolista. Pero era adolescente, tenía 14 años, así que a esa edad uno puede pensar muchas cosas.
- También tienes una faceta como escritor, ¿qué es lo que te interesa resaltar en tus libros?
- Me gusta contar historias peruanas. Historias que relaten la verdad de nuestro país. Hay aspectos, realidades que están a la vuelta de la esquina, a nuestro costado, frente a nuestros ojos, pero que nadie los ve. He contado historias sobre personajes muy marginales, también historias dramáticas, porque pienso que el drama puede calar más en los seres humanos y generar un cambio.
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- El libro de Alejandra Baigorria fue duramente criticado, ¿qué piensas?
- Yo creo que todos tienen derecho a escribir. Y si Alejandra quiere sacar su libro, que lo saque. A unos les puede gustar, a otros no. Creo que es cuestión de gustos, de estilos, de formación. En mi caso, he publicado obras de teatro, que son bastante densas. Sin embargo, creo que he podido enganchar el tema comercial, porque lo que importa, finalmente, es que el libro se venda.
- ¿Te gusta estar en la televisión?
- De hecho, me gusta más el cine. Pero, de un tiempo acá, la televisión se ha vuelto mi trabajo, con el que sustento a mi familia, con el que pago mis cuentas [Risas]. Aunque en el programa me divierto demasiado con toda la gente que trabaja allí, no creo que muera haciendo televisión. No quiero eso para mi vida.
- ¿Piensas hacer películas?
- Sí, es lo que más quiero. Estoy trabajando en eso y espero que en poco tiempo pueda llevar mi obra al cine. Estoy trabajando en eso, la historia se llama “La teoría del dolor”, que es de mi autoría. Trata sobre la violencia contra la mujer. Hacer cine es mi gran objetivo, y creo que no voy a descansar hasta lograrlo.
- “Un misterio, una pasión”, tu primer libro, fue llevado a la televisión con la miniserie “Misterio”, ¿tuviste que hacer algunos cambios en el guión?
- Se amplió la historia. Como la miniserie tuvo acogida, nos vimos obligados a ampliar el guión. Sin embargo, solo tuvo una temporada aunque los seguidores del programa, en su mayoría adolescentes y jóvenes, pedían la continuación.
- Háblanos del “Club de la muerte”
- Es un libro que reúne tres obras: Promoción, Función Velorio y Agua, y que —con mucha alegría— ya lo presentamos en Lima, Arequipa, en Chile y en otros países. Desarrolla temas como el bullying en los colegios, la discriminación, el racismo y la violencia. También habla sobre el amor, sobre cómo nos enamoramos de la persona equivocada. “Agua” trata de una chica que está enamorada, a morir, de un chico, pero él (el malo de la historia) está enamorado de otra. Y así se forma un círculo vicioso en el que varios personajes no son correspondidos. Al final, nadie obtiene lo que quiere a pesar de que el amor está tan cerca. La moreleja es que las personas no queremos ver más allá de lo que nuestros ojos ven. Otra de las obras cuenta la historia de un director de teatro que decide culminar una función con la muerte real de tres personas como parte de la historia.
- ¿Los problemas sociales que plasmaste hace 15 años en “El club de la muerte” son los mismos de ahora?
- Sí. Al principio pensé que el libro podría estar desactualizado, porque, sí, pues, lo escribí hace 14 años. Pero cuando decidimos hacer este año la obra de teatro sucedió todo lo contrario, nos dimos cuenta que los problemas que planteaba hace años, y que se expusieron en una obra de teatro en el año 2000, siguen emocionando al público. A una actriz gorda nadie la llama para actuar, no es casual que seleccionen en un casting a las mujeres más guapas y que discriminen a las morenas. Lamentablemente, hay costumbres muy enraizadas que nos hacen diferenciar a las personas por su estatus o por su apariencia física.
- La discriminación no cesa…
- Para nada. Yo siento que mi país sigue discriminando muy fuerte, en todo sentido; económicamente, socialmente, culturalmente y políticamente. Estoy seguro que luego de montar la obra, en los siguientes cinco años, los problemas serán los mismos si es que no hacemos algo por cambiar las cosas. Si no nos encontramos como país, nunca mejoraremos. De todo eso trata “Función Velorio”.
- Y tú eres una mezcla de todo un poco…
- Para mí no hay razas. Me apellido Miyashiro Ribeiro, me abuelo era japonés, mi otro abuelo brasilero, mi bisabuelo era negro, mi mamá nació en Pucallpa, uno de mis abuelos nació en Okinawa. He vivido en Barrios Altos, en Chacarilla. Trabajo en televisión y hago teatro. ¿Qué raza soy? Hace unos días comentábamos con unos amigos sobre el maltrato a los trabajadores. Y es que un empresario, porque tiene mucha plata, cree que pueda tratar como se le dé la gana a sus empleadores. Que no se pasen, pues.
- ¿Y el amor?
- Me va más que bien. Tengo cuatro hijos preciosos y ocho años de casado con Érika (Érika Villalobos). Reconozco que hubo momentos difíciles, pero los superamos.
- La imagen que proyectas es la de un chico medio loco, liberal, ¿realmente eres así?
- Soy mucho más tranquilo de lo que parezco. Obviamente, me divierto con mis amigos, la paso bien. Lo que pasa es que en la televisión uno tiene que ser más extrovertido, pero todo el día no podría ser como soy por las noches en Enemigos Públicos. Sería imposible, sería un desgaste total. De hecho soy más gris, más tranquilo y relajado. Creo que el placer juvenil —las juergas— ya lo viví, ahora encuentro más placer en los ratos que paso conmigo mismo.
- Entre escribir y actuar, ¿qué eliges?
- Escribir. Escribir es mi pasión; además, esa es mi chamba desde que era muy chico. Escribí las obras que componen el “Club de la muerte” hace 15 años, o sea, cuando tenía 22 años más o menos. Actuar me parece divertido. Por ejemplo, me divertí muchísimo haciendo de Tony Blades en La gran sangre. Pero si me das a elegir entre escribir y actuar, sin pensarlo mucho elijo la primera opción.
- ¿Qué planes tienes para el 2014?
Déjame decirte que el año que viene estará bien cargadito. Ya se está grabando una serie inspirada en una de las obras del Club de la muerte, se llama Promoción, muy pronto se estrenará, pero aún desconocemos la fecha. El próximo año dirigiré mi primera película “La teoría del dolor”. Seguiré conduciendo Enemigos Públicos. Además, estoy trabajando en una campaña contra la violencia femenina y el bullying; espero que el Ministerio de Educación acepte, ya que pienso realizarla con su apoyo.
Entrevista publicada en el diario La Industria de Chimbote
Fotografía tomada de facebook Felinch
