Si tengo que usar una palabra para definir a Daniel Valdivia Fernández (Daniel F.), esta es: irreverencia, pero con el sentido más fértil. No se calla, no se acobarda, no usa terno así viera al presidente de la República, dice lo que siente, habla con el corazón, pero también con el hígado. La letra de Daniel F. corre como el agua entre las piedras, moja, busca un camino, quiere llegar al mar, al mar de los caídos, y levantarlos. Su letra es una patada al pómulo de los poderosos. Su letra es, en pocas palabras, una crítica al régimen.
Así como los roqueros acostumbran usar sus nombres recortados por cuestiones de gustos, Daniel decidió usar la sexta letra del abecedario después de su primer nombre: Daniel F. Así de simple. Su primera aparición importante fue como vocalista de la banda de punk rock Leusemia, formada en 1983.
No ha parado de componer canciones en defensa de los derechos humanos, de la naturaleza y en contra de los grupos de poder. Hace algunos años, un productor le dijo: “Vamos a hablar seriamente. Para comenzar, ya debes dejar de usar zapatillas, tienes que sacarte esa gorra y esas camisetitas”, lo mandó, literalmente, a la mierda.
- El Perú no tiene ídolos roqueros de talla mundial, es el lema de tu libro “Por las olvidadas raíces del punk rock”
- Es cierto. En el Perú, en vista de que no los teníamos, decidieron inventárselos. Incluso, recuerdo que por los años 70 se decía que el baterista de la banda Kiss era peruano y que vivía en Breña, eso nunca se comprobó y sigue siendo un mito. Hay aficionados que al ver que nuestro país, a diferencia de Argentina, Chile o México, no tiene roqueros de talla mundial, optan por inventar un pasado que nunca existió. Así como el Perú, Bolivia y Ecuador tampoco tienen máximos representantes. Lamentablemente, hay gente que quiere trascender fantaseando historias, este libro habla de todo eso.
- Háblanos de tus canciones ¿están compuestas en base a tus experiencias?
- Sí, todo lo que compongo lo está. Las historias, mis canciones forman parte de mi vida. Hablo de momentos que pasé en algún momento de mi existencia. Eso es cierto, yo canto sobre la realidad, sobre lo que me gusta, lo que detesto y lo que me gustaría cambiar de este mundo.
- ¿Qué diferencias hay entre el Daniel F. de ‘Leusemia’ y el de ahora, como solista?
- Ahora sí soy una bestia, una bestia política, soy una bestia que pelea por los derechos humanos, por la defensa de los animales. Recién ahora me he encontrado conmigo mismo, hHace tan solo unos veinte años. Recuerdo las primeras marchas antitaurinas que hacíamos con un grupo pequeño de personas. Ahora somos bastantes, miles, hasta erradicar esta basura. Durante la época de ‘Lusemia’ yo no era así. Antes no creía en nada, los integrantes de la banda no creíamos en la esperanza, ni en un futuro. De pronto me di con que sí, que la solución no es decir “no hay futuro”, la solución es pelear por un futuro mejor, por un cambio.
- ¿Qué tanto crees en ese cambio?
- De lo que estoy seguro es que el cambio tiene que darse sí o sí, tiene que darse algún día. Ahora puedo decir que sí soy un optimista.
- ‘Leusemia’ se gestó en el 1983, poco después del fin de la dictadura de Velasco, ¿fue la música un medio de protesta?
- La música va a transmitir lo que el compositor quiere dar a conocer. En ese sentido, sí. Sin embargo, yo estoy seguro de que el mensaje de las canciones que compuse como solista es mucho más fuerte que el de ‘Leusemia’.
- Si hicieras un balance, ¿qué época fue más sólida musicalmente?
- La forma cómo trabajábamos antes era muy precaria. Pucha…era jodido. Desde mi percepción, esta época es más definida, más sólida. Es decir, antes yo no sabía a dónde ir, cantábamos sí, pero porque nos gustaba, pero no me encontraba conmigo mismo, no encontraba un sentido. Si me preguntan qué época prefiero: los 80 fue la peor y no quiero ni recordarla.
- ¿Cómo defines tu reciente producción?
- Mi último disco es una salvajada que lo hice con unos metaleros. Para mí la única etiqueta que rescato del mundo es el rock and roll, yo prefiero no denominar como punk, gótico, progresivo. El rock and roll representa, un poco, la música que estoy haciendo ahora.
- ¿Cómo ves la movida del punk rock en el Perú?
- El punk es solo una corriente, el rock es algo más general. El rock siempre está ahí dando vueltas. Además, los promotores están haciendo su parte, la gente últimamente acude masivamente a los conciertos. Sin embargo, depende de los músicos que el rock se levante y siga perdurando.
- Nos acecha una ola de composiciones musicales mediáticas ¿las apruebas o desapruebas?
- A mí eso no me incomoda para nada, porque ese tipo de música siempre hubo. Cuando la gente habla mal de Justin Bieber o del reggaetón, a mí, en realidad, me molesta porque —¡no es posible!— la música es para todos, y mientras emocione a alguien, tiene valor. Por ejemplo, hace poco lo dije en una entrevista, a mí no me gustan los Wachiturros, pero hay personas que sí se deleitan con ellos, lloran, les parece fantásticos, les toca el corazón. Entonces, si hay un grupo como ellos, que logra llegar al público, ¡bendito sean los Wachiturros! [Ríe] Yo no creo en un solo género musical, pienso que todos son válidos.
- ¿Qué piensas de la última canción de Julio Andrade, que, por cierto, se supo que fue lanzada con fines comerciales?
- Yo nunca entendí eso. No sé por qué le hicieron tanto carga montón al señor Andrade. Él no es santo de mi devoción y tampoco me gustan sus canciones, pero no entiendo por qué vas a promocionar una canción que no te gusta. O sea, sale una canción tan mala y dices “escuchen esta canción que es tan mala”, y todos empiezan a comentarla. Finalmente, el video en Youtube llega al medio millón de visitas. Ya quisiera yo que una canción mía, que alguien considere mala, llegue a tener tantas reproducciones.
- Hablando claro, ¿el mundo del rock está ligado a las drogas?
- El mundo está ligado a las drogas, no solo el del rock. Decir que el rock está ligado a las drogas es una arbitrariedad. La salsa está ligada a las drogas y al alcohol, y eso no se dice muy seguido. Por las razones que sean, por alienación o por necesidad real, cuando uno sube a un tren que te exige un trabajo constante necesita algún tipo de medicamento para seguir. Pero yo no uso drogas, no me alcoholizo, soy alguien que pelea contra las drogas todo el tiempo. Trato de transmitir esto a la gente que me sigue.
- Sé que de adolescente intentaste suicidarte, ¿qué pasó?
- Sí, un par de veces. Quise hacerlo, pero —para bien o para mal— no lo logre. No me salió. Una vez me tomé un montón de pastillas para dormir, pensé que iba a morir con eso, pero lo único que hice fue dormir casi un día entero. Al día siguiente, estuve con un dolor de barriga tremendo, y nada, fue un papelón. Finalmente, nadie se dio cuenta que me quise suicidar.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Por causas que son realmente ridículas para los adultos, pero que para los adolescentes son importantes. Que a un adolescente le salga un granito en la nariz es mortal, que la novia lo deje es lo peor que te puede pasar. Entonces, de un momento a otro se quiere matar. Razones para morirse hay bastantes, pero se pueden superar. Ese es el mensaje que les doy a los jóvenes que me escuchan.
- ¿Qué te parece este gobierno?
Es un régimen que ha trabajado a espaldas de las promesas que le hizo al pueblo. La tasa de delincuencia, criminalidad e inseguridad no ha disminuido, y sin embargo, el Gobierno dice que son falsas percepciones de la gente, que son locuras. No es el gobierno que queríamos. Pero ya estamos acostumbrados a eso, a lo que yo llamo "los asesinos de la ilusión".
Entrevista publicada en el diario La Industria de Chimbote.
Fotografía tomada por Rhazú Vásquez. Cortesía.