Chimbote - Áncash. Los norteamericanos construyeron un hospital durante la Segunda Guerra Mundial que serviría de refugio para sus soldados. ¿Qué sucedió después? 
***


Es martes. Son las nueve de la mañana.


— ¿Cuándo fue la última vez que ingresaron? 

—Pues vea, yo jamás entré. Allí no se ingresa hace muchísimos años. Ha pasado mucho tiempo desde 1945, nadie sabe en qué condiciones se encuentra y qué habrá adentro, es muy arriesgado entrar…

—Pero si quisiéramos, ¿podríamos hacerlo?


El hombre me mira, no responde.

Han pasado algunos minutos desde que llegué a su oficina. Clodoaldo Jamanca, jefe de Prevención y Control de Emergencias del hospital La Caleta, tiene en su rostro una expresión que podría interpretarse de dos maneras: está sorprendido o piensa que estoy loca, y me sigue la corriente.

Son las nueve y media. Allá, afuera, el mar está celeste. Dicen que el color no se debe a su limpieza precisamente, sino a la soda caustica que los dueños de las embarcaciones pesqueras echaron luego de limpiar sus plantas.


En los pasillos del hospital La Caleta, los trabajadores hablan con recelo de la historia que se esconde en el subsuelo de esta institución. Algunos no quieren asegurar nada, como si fuese una falta hacerlo, como al contarla estarían revelando un secreto de Estado y prefieren olvidarla, seguir con su vida. La verdad es que no se trata de una leyenda y que debajo del hospital hay una historia que fue contada muy pocas veces y que, por lo tanto, merece ser conocida por los habitantes de esta tierra.

Era el año 1944. La Segunda Guerra Mundial dejaba más muertos. El Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública había iniciado la construcción de un hospital en Chimbote, que serviría de refugio para los soldados norteamericanos. Luego de la Reunión de Cancilleres de las Américas convocada por Estados Unidos, el Perú había aceptado establecer programas de asistencia técnica y financiera en zonas de posibles bases aero-navales. Una de esas zonas era Chimbote.

La construcción empezó así: teniendo en cuenta que una de las zonas de operaciones de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial podía ser Chimbote. Luego del ataque a la basa naval estadounidense en Pearl Harbor (Hawái), el 7 de diciembre de 1941, los países colindantes con el océano Pacífico se convirtieron en zonas estratégicas para Los Aliados.

Chimbote se convirtió en una zona estratégica.

—Cuénteme, ¿qué hay debajo de los pasillos del hospital?

Se ríe, temeroso.

Le comento lo que un día anterior el jefe del área de Neonatología, Carlos Aréstegui, me había contado, sin recelo, pero sí con el entusiasmo de que esta información sea casi, casi, una primicia. El médico explicaba que durante la construcción del hospital se incluyeron ambientes subterráneos, pasillos, compartimentos para el refugio de las personas ante supuestos ataques aéreos. Y era de imaginarse, una base militar tenía que estar preparada para cualquier ofensiva.

Aréstegui, un médico de espíritu perspicaz, contaba que aquellos ambientes subterráneos fueron ocupados los primeros años de funcionamiento del hospital. Luego, cuando terminó la guerra, el 2 de setiembre de 1945, los americanos se fueron y los sótanos dejaron de tener la importancia que para ellos tenían.


Son las diez de la mañana.


Otro trabajador del hospital que sabe de esta historia, un fotógrafo y yo estamos parados en donde estaría ubicada una de las entradas a los pasadizos subterráneos. El doctor Aréstegui, quien sabe con exactitud la ubicación de los ingresos, para mala suerte, está fuera de Chimbote.

—Dicen que una está cerca del área de Rayos X, otra por Maternidad, una más por la zona de niños y la cuarta puerta, que es por donde sería más factible ingresar, solo la sabe el doctor Aréstegui.

Caminar por los pasillos de ‘La Caleta’ y pensar que abajo hay otros que hace muchos pero muchos años guardan un grito de historia —de cultura—, hace que se sienta una presión en el pecho, una mezcla de emoción, incluso de misterio.


—Aquí podría estar una de las entradas —el trabajador señala una especie de caverna cuya tapa es de concreto.

El aire transporte los gritos de una mujer. Una camilla cubierta con una sábana blanca cruza en dirección a la morgue. Ya casi son las once.

—Pero fíjese, está cerrada, tendríamos que levantar la tapa, eso pesa —continúa el hombre.

—¿Y hace cuántos años nadie ingresa?

—Los médicos más antiguos contaban que los primeros años, estamos hablando de hace más de cincuenta años, porque el hospital tiene setenta, las personas ingresaban a los subterráneos. Decían que hay compartimentos, algo así como espacios para refugiarse.

—¿Entonces no son simplemente canales subterráneos que se hicieron para instalaciones eléctricas o de agua?

—No, no. Le estoy diciendo que hay compartimentos.


El 15 de mayo de 1945, el entonces presidente del Perú, Manuel Prado Ugarteche, inauguró el hospital La Caleta. Solo había treinta y dos camas disponibles y diez trabajadores. Cuando terminó la guerra, algunos meses después, las bases norteamericanas se fueron para no volver jamás.



Publicado en el suplemento Semana Siete del diario La Industria de Chimbote.

fotografía: referencial.