A las 3:23 de la tarde del 31 de mayo de 1970, cuando Chimbote temblaba, el panteón del barrio El Progreso vomitaba a sus muertos. El terremoto de 7.9 grados había destrozado miles de hogares en la costa de Áncash y enterrado a toda la ciudad de Yungay. El entonces llamado Cementerio Viejo graficaba la escena más terrorífica de su historia.
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Ataúdes abiertos, esqueletos desmembrados, cráneos y huesos largos estaban esparcidos en el arenal, pero también cuerpos en descomposición. La fotografía del lugar era atemorizante y nauseabunda.

Los días posteriores a la catástrofe, las familias de Chimbote iniciaron la dolorosa tarea de volver a enterrar a sus muertos. Algunas jamás lograron encontrar todas las partes de un esqueleto, otras no encontraron nada. La tierra se había movido tan fuerte que los cuerpos no se hallaban en el mismo lugar donde habían sido enterrados. Ese mismo día, habían muerto 70 mil personas por el sismo.

El entierro no se realizó en el mismo terreno. Para entonces, ya estaba en funcionamiento el cementerio Divino Maestro, que en realidad había iniciado sus servicios en 1956. El terremoto fue la excusa para que, finalmente, los cadáveres sean trasladados al cementerio nuevo. Antes del desastre ninguna familia quería trasladar a sus difuntos al Divino Maestro.

La tragedia del año 1970 dejó en ruinas a la ciudad, golpeó a los vivos, pero también a los muertos.

Hace menos de una semana, el dirigente del pueblo joven El Progreso, Walter Quispe, contó que la obra de construcción del local de contingencia, donde momentáneamente operará el Centro de Salud Progreso, había sido paralizada debido a una situación inesperada. De acuerdo con el testimonio de los obreros, durante los trabajos de excavación en el terreno se encontraron cadáveres de humanos.

La zona donde se construye el local de contingencia, valorizado en S/2 millones 948 mil y financiado por el Programa Nacional de Inversiones en Salud, es la misma donde hace 49 años se ubicaba el cementerio de El Progreso.

El hallazgo nos retrocede a la tarde del 31 de mayo de 1970, cuando la tierra devolvió los cadáveres, pero esta vez, ¿alguien los volverá a enterrar?